Todos lo hemos hecho. Por ejemplo, cuando tenemos sueño o cuándo nos despertamos, cuándo se nos mete algo en el ojo, o estamos estresados, y, seamos sinceros, a veces da un gustito increíble.
Pero, ¿existe realmente algún riesgo?
Frotarse los ojos estimula la producción de lagrimas, lo que ayuda a que el ojo se limpie y también a que sintamos una calma temporal.
Incluso cuando estamos estresados, presionar ligeramente el globo ocular puede relajarnos al reducir el ritmo cardiaco (conocido como reflejo óculo-cardíaco).
Sin embargo, son muchos los riesgos a los que nos exponemos al frotarnos los ojos.


Nuestras manos pueden contener alrededor de 150 tipos de bacterias diferentes que pueden provocar infecciones en los ojos, como conjuntivitis, orzuelo o blefaritis.
Si el picor es por alergias, el mismo roce puede liberar alérgenos y provocar que la sensación de picor sea mucho peor.
La piel que rodea nuestros ojos es fina y delicada. Frotarse los ojos contribuye a deteriorar la piel de los párpados y romper pequeños vasos sanguíneos, facilitando la aparición de arrugas de forma prematura, bolsas y ojeras que hacen que nuestra mirada se vea más cansada o envejecida, y los molestos ojos rojos y las irritaciones.
Lo mejor es utilizar un paño mojado con agua fría sobre los ojos, toallitas de limpieza para párpados y pestañas, lágrimas artificiales o suero fisiológico, o también colirios naturales.
Todos ellos disponibles en nuestras ópticas, y sin necesidad de receta.